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De Santiago a Talca
Chile es un país estrechito pero muy largo. Por el extremo norte llega hasta el desierto de Atacama y por el extremo sur llega hasta el polo sur, prácticamente tocando la Antártida.
Mi plan de viaje se resume en recorrer todo lo que pueda y para ello tengo tiempo, pues dispongo de un billete de ida y vuelta de ocho meses.
Este país tiene de todo: montaña gracias a la enorme cordillera andina, miles y miles de kilómetros de costa desde el Atlántico hasta el océano Pacífico: tiene desierto, valles, grandes ciudades y hasta islas míticas como la isla de Pascua, poblada todavía por pueblos de la polinesia.
Mis amigos Andrea y Helios que vienen a recogerme al aeropuerto me explican que, aunque tengo mucho tiempo debo trazar un plan más o menos meticuloso de viaje, ya que recorrer todo el país es difícil, sobre todo porque durante la dictadura militar se acabó con el ferrocarril, de manera que, para ahorrar pasta no queda más remedio que hacerlo en bus y eso implica muchas horas de viaje. Eso sí, los autobuses chilenos que recorren largas distancias son cómodos, me dicen, pero aún así hay que ahorrarle sufrimientos a Mali, añaden.
Ahora a pesar de las casi 48 horas de avión nos espera todavía un viaje largo, de unas cuatro horas de coche desde Santiago (XIII región de Chile) hasta San Javier del Maule, un pueblo situado en la séptima región de Chile cuya capital es talca.
Andrea y Helios vivieron unos años en España, así que no me cuesta trabajo entenderme con ellos, pero lo primero que llama la atención del acento chileno es que cuando usan el lenguaje de la calle son auténticas ametralladoras parlantes: hablan a toda velocidad y utilizan muchísimas expresiones difíciles de entender incluso para la gente de países cercanos, quienes incluso hacen chistes sobre el dialecto chileno.
Uno debe entenderse con expresiones como huevón, huevón culeao, huevá. Huevá es todo, sea bueno o malo: además no es huevá sino hueá (se comen la v) y como dije huevá es todo:
"Mañana haremos esa hueá". "Esa hueá es muy cara". "Ese viaje es una hueá". Pagar peaje es una hueá", y los peajes son culpa de los españoles, esos culeaos.
Chile dispone de buenas carreteras y de autopistas, pero hay que pagar peaje cada pocos kilómetros: peajes a la entrada y salida de las grandes ciudades, de las autopistas, incluso peajes para entrar y salir de los pueblos, y todos controlados por empresas españolas.
La moneda chilena es el peso, popularmente le dicen luca: una luca, dos lucas, mil lucas. Y aquí va la primera recomendación por si viajas dando palos de ciego. Los billetes chilenos, argentinos y bolivianos son del mismo tamaño, tanto si son de mil, de quinientos, o de la cantidad que sea. Así que si no quieres llevarte desagradables sorpresas se deben de separar y de ordenar antes de salir de casa.